Ayer me levanté un poco
trasnochada por el pequeño viernes atravesado, que aproveché al máximo saciando
un poco mis ganas perennes de bailar, fue tempranero, pero igual no acostumbro
amanecer, así que para mí, esa fue una rumba larga y más que suficiente.
No sé por qué, pero apenas abrí
los ojos me dije a mi misma: hoy debería ser un día de películas. La amiga que
se había quedado en mi casa abrió los ojos y le dije: Oye ¿tu has visto 500
days with summer? ¿Vírgenes suicidas? ¿Scott Pilgrim vs the World? ¿no? Veremos
algunas ¿ok? Ella sonrió como quien se resigna a un destino inevitable, sin
desayunar salí corriendo a mi cuarto y busqué mi caja de pelis, comencé a
tirarlas en la cama y decidí que despertar con Zooey
Deschanel y Joseph Gordon-Levitt no sería mala idea e inmediatamente la
coloqué, emocionada, recordando en mi mente todo el cuento amoroso, maldiciendo
y amando a Summer, mordiéndome la lengua para no emitir comentarios que
pudieran darle pistas a mi amiga del terrible desenlace de una relación como
esa.
Luego de ver la peli completa,
comer arepas con queso y seguir con una de las piezas más bonitas de Sofía
Coppola, mi amiga logró escabullirse con un “me tengo que ir” cuando iba a
poner la tercera película. La dejé irse, con la promesa de volver un día a ver
otras que anoté en una lista cuando se fue.
Enseguida llamé a otro amigo,
tenía ganas de más cine, le dije que por qué no veíamos Piedra, papel o tijera,
que por cierto me gustó muchísimo. Más allá del sexo, las tetas a juro y las
groserías, me pareció que habían actuaciones maravillosas, la música de
Famasloop estuvo magnífica- no puedo esperar a que salga el soundtrack- y la
fotografía y calidad de imagen hace que salgas entre paranóico y complacido
porque no perdiste tu dinero y hay cierto orgullo nacional que se hincha por
dentro.
Cuando entramos al centro
comercial, aún a tiempo para la película, vi a una pareja besándose en las
escaleras eléctricas del centro comercial, seguí subiendo sin antes pensar “ayy
el amor” con un tono de ironía en mi cabeza, diciéndome que ellos son futuros
ex y que pronto acabaría, me sonreí sin decir nada, porque era muy fatalista y
en el fondo envidioso de mi parte.
Seguí subiendo para finalmente
llegar a las salas, dos parejas más venían bajando, dándose cariñito y
besándose, me causó risa, yo siempre he dicho que esos trayectos en las
escaleras mecánicas son para besarse, pero esta vez exterioricé, con un poco de
miedo a ser juzgada por mi amigo: ¿sabes? Cuando no tengo novio o estoy
despechada, ver esas parejas me da como rabia, me provoca gritarles como Tom de
500 days with summer “BÚSQUENSE UN CUARTO, EN SERIO,” y seguir caminando
indignada por esas personas que desconsideradamente muestran su edulcorado amor
que a nadie le interesa ver. Mi amigo se rió, un poco incómodo evidentemente y
yo seguí hacia el baño, segura de que tengo mucha razón, que todos deberíamos
ser más discretos, aunque toda la situación (muy de la película que me había
influenciado desde la mañana) me parezca una payasada, una malcriadez.
Cuando salí del baño, ya en la
cola de las cotufas le dije: oye ¿tú no has visto 500 days with summer? Ante su
respuesta negativa parecía que todo comenzara de nuevo… quedé en prestársela
para poder unirlo a mi otra amiga y hacer un maratón de películas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario