viernes, 4 de mayo de 2012

De las etapas musicales y mi gusto desmedido por la cumbia



Resulta que una pasa por etapas de gustos musicales, yo escuché N’ sync y todos esos grupos o solistas que fueron el soundtrack de las infancias caraqueñas, Fey, Shakira, Kabah, entre alguna que otra intensidad heredada como Mecano por ejemplo.
Más adelante, esos tiempos quedan atrás, se crece un poco (sólo un poco) y comienza la disyuntiva entre el Rock y el Punk, irreconciliables siempre o es una cosa o es otra.  En fin, yo me decidí por ser punketa, me sentía demasiado seria usando botas militares, camisetas blanca y cabello de colores, acompañado evidentemente de pensamientos anárquicos, gritando “Maldito sistema” frente a los centros comerciales y molestándome cada vez que veía a un policía. Para esos momentos ya escuchaba La polla records, Reciclaje, o Fermín Muguruza, pasando evidentemente por desorden público, que fue mi transición hacia el ska.
Entonces hubo una pausa, en donde escuchaba de todo y nada, comenzó la etapa en donde me atraía la música alternativa, comencé a entender un poco el inglés y a escuchar cosas como Cocorosie,  Regina Spektor o Lamb, aun los escucho, me encantan, pero de repente las cosas empezaron a camiar para mi.
Nunca fui rumbera pero siempre me ha encantado bailar salsa, mi madre es músico y desde pequeña escuché música venezolana, desde Cecilia Todd hasta Ensamble gurrufío, mi gusto por esto fue creciendo a medida que fui identificándome y se fue extendiendo a otros ritmos típicos de algunos países de Latinoamérica.
Pronto comencé a estudiar textos que hablaban del modernismo brasilero, de la antropofagia y una fascinación por lo latinoamericano comenzó a acentuarse en mí. La música folklórica de otros países resulta interesante cuando “se le da una vuelta”, pero directamente desde lo tradicional, tal cual. Más allá del neofloklore que hay aquí, se están haciendo cosas interesantes.
Conocí la cumbia, la tradicional y la que algunos grupos maravillosos como Bomba Stereo o Monsieur Periné han enaltecido, comencé a bailarla y sentirla, a seguir cuanto grupo con propuestas se interesara en esto. Es un orgullo, es como cuando lees a Julio Cortázar o a Oscar Marcano, da orgullo ser latino, es un sentimiento que va más allá de las fronteras de los países, es una fuerza, de pertenecer a algo grande.  
Gente extranjera mezcla cumbia, mezcla salsa, no son latinos, simplemente tenemos en nuestras tierras a la música del futuro. El mundo está cambiando y a través de la música se están trasgrediendo los límites de lo racionalmente posible.
Hablo de mi amor por la cumbia, por el cuatro y los chicos de C4trío, de la “Tonada de luna llena” de Simón Díaz en la película de Pina Bausch, de Latinoamérica retumbando en los oídos de otros continentes.
Aquí les dejo un link de una pequeña muestra de lo que hablo. Sean las circunstancias que sean, es la Universidad de Tokio y es el Alma Llanera.
Punto. 


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