lunes, 6 de agosto de 2012

Post de jevita

No recuerdo muy bien los hábitos alimenticios que tuve de pequeña, pero lo cierto es que cuando cumplí 12 años más o menos comencé a comer considerablemente, la verdad es que siempre comí lo que quise, fui creciendo y a pesar de que comía como si no existiera un mañana, mi cuerpo se mantenía intacto, me daba lujos, llegué a desayunar helado de café, porque si, mi sistema funcionaba similar al de una niña que tiene de huésped en su estómago a una solitaria. Pasaron los años y como a partir de los 18 comencé a volverme loca por mi peso, ya mi cuerpo no funcionaba como antes, empecé a engordar o mejor dicho a procesar la comida, que poco a poco fue alojándose en una sola zona: mi vientre. 
He hablado con muchas mujeres y por lo general no falta un tema que haga alusión a la belleza, llámese cutis, operaciones, ropa o dietas. Si, suena súper cliché, pero sucede hasta en las mejores familias, aunque lo neguemos, si hay algo que puede hacer que dos mujeres hablen como amigas de toda la vida es su obsesión por el físico. En fin, conversando con muchas féminas, me he dado cuenta de que todas -las que no somos palillos que dicen "ay yo como lo que quiera y no sé por qué nunca engordo"- odiamos con una pasión desenfrenada la grasa de nuestro vientre. Es un mal colectivo, que afecta a la gran mayoría de la población femenina, hacemos de todo para tratar de eliminar ese bultito en la parte baja del abdomen, leemos dietas, intentamos realizarlas, pagamos mucho dinero por gimnasios, tratamientos, vacumterapia, ultracavitación, cavitación, masajes reductores, hidroterapia, drenaje linfatico, inyecciones reductoras y cuanta oferta de aprovecha.com se nos pase por el frente. Es impresionante cómo mantenemos a las familias de la gente de Fast,  herbalife o Bodylaser, con todo el dinero que gastamos allí tienen la vida hecha, son personas exitosas pues, gracias a nosotras. 
Si, muchas personas me dicen flaca, que soy exagerada, que estoy bien, pero sólo las mujeres "odia vientres" sabemos que la delgadez no tiene nada que ver con esa barriguita del demonio. El último entrenador que tuve me dijo que la única manera de quitarla era "echándome cuchillo", no podría hacerlo, soy muy cobarde ¿y si me muero? no, ni de broma me hago eso. También, una vez me dijeron que esa grasa del vientre está allí porque soy fértil, cuida mis ovarios y es una forma que tiene mi cuerpo de protegerme. ¡POR DIOS! Cuando a una le dicen ese tipo de cosas, sonríes y dices "ay que bonito mi cuerpo, tan chévere que es" pero te volteas y no te importa, ese entendimiento duró 15 segundos, luego sigues con el deseo casi irracional de un vientre plano, sin grasita amable que cuide tu fertilidad. 
Ahora bien, a mis cortititos 23 años, debo admitir que he aprendido a quererla, hace poco engordé 3 kilos en siete días, la clave está en no entrar en pánico, respiré profundo, regulé mi dieta y volví a mi peso habitual. Y es que la realidad es que son más las veces que digo: "ay que rica esta comida, la vida es una  sola, comeré como si no existiera un mañana", que las que digo: "no lo comeré, esto me engordará", de hecho me he dado cuenta que amo demasiado la comida, amo cocinar, adoro saborear y devorar hasta más no poder, si soy sincera casi siempre he comido más que mis novios, el hambre es mi fiel compañera y poco a poco hemos aprendido a llevarnos bien, ojo no llego a ser lambucia, mi mamá me mataría. (que fea esa palabra por cierto, suena peor escrita). 
Claro, he tenido mis épocas, estuve obsesionada por el ejercicio y la comida en una etapa y comprándome ropa más grande y comiendo como loca en otra. En el presente he logrado un equilibrio, casi siempre como lo que quiero, cuando me miro al espejo, no importa cuál sea mi peso me digo: "esto es lo que hay" aceptando que ese cuerpo de niña se acabo,  no volverá; aunque mido metro y medio igual que siempre, mis caderas son más anchas, mis piernas y abdomen crecen con facilidad y lamentablemente la cinturita desapareció.
Últimamente hay campañas como la que sacó Dove, de la belleza real, que promueven la aceptación, muchas marcas lo están haciendo, incluso hay gente que dice "que la mujer de ahora debe aceptarse como es", hombres que afirman que les encanta las mujeres que no le paran a la gordura, blablabla, la verdad es que nada de lo que digan importa.  Mi realidad es esta: seguiré pesándome y si peso más de lo que debo, trataré de hacer algo al respecto (o no, según lo que me provoque), el hombre o la mujer que me diga "flaca" siempre se ganará mil puntos conmigo y el que regala frutas en vez de chocolate, definitivamente tiene un espacito en mi corazón, así es la vida, compleja y dual. Hay vivir con eso señores, sigo odiando mi barriguita pero, trato de llevarla de la manera más digna posible.

Bueno, ahí está, un pequeño post de jevita, luego de una conversación nostálgica de "cuando Naghieli era flaquita". 





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