viernes, 7 de octubre de 2016

Crónica de un concierto triste



Hace un tiempo descubrí que en una ciudad como Barcelona, en la que hay numerosos eventos simultáneos cada día,  la única manera de al menos acordarte de que ocurren y taaal vez animarte a asistir, es colocar la estrellita de "me interesa" en los eventos de Facebook. A menudo recibo notificaciones diciendo "a tu amiga le gusta que asistas a este evento", lo que no saben mis amigos es que asisto a una media de 1/1000. Me encantan los eventos musicales, las exposiciones, los food trucks, pero siempre parece más cómodo quedarme en casa comiendo rico y viendo Netflix,  yo me obligo de vez en cuando, pero aunque me dé vergüenza admitirlo, esa señora de 60 años que llevo dentro me domina la mayoría de las veces. 
El finde pasado, como muchos findes,  me llegó la notificación de que tenía un concierto de Jazz gratuito el sábado,  como siempre, entré en la página del evento, verifiqué lugar y hora evaluando la situación (aún sin estar segura de querer ir), y de repente veo entre los comentarios "con qué guitarrista viene Cyrille??"- micro infarto instantaneo-, subo hasta la información y leo que efectivamente, iba a cantar Cyrille Aimée a las 6pm, no podía creerlo, la decisión estaba tomada. 
Para muchos Cyrille es una joven cantante de Jazz, francesa con mamá dominicana, que ganó un concurso importante de jazz o bueno, también estarán los que piensan que es una promesa, una chica que hace un scating glorioso y que dentro de poco, ya no tocará en un evento off gratuito del festival de Jazz de la Voll damm sino que vendrá dentro de la programación regular con unas entradas carisisiimas.
 Para mí, en cambio, Cyrille es más que eso, es un recuerdo de mi conexión con el hombre que más quiero en el mundo, es un pedacito sonoro de esa relación secreta que tengo con mi padre, un destello de esa magia que nos envuelve cada vez que él, sin esforzarse demasiado, puede saber que algo me gusta incluso antes de que yo lo sepa. 
Mi padre saca tiempo de su duro trabajo y sus viajes para leer la prensa, terminar los libros que compra compulsivamente (si, eso se hereda), y desde que aprendió a usar Internet, sacrifica horas de sueño para navegar, con esa curiosidad inagotable, en búsqueda de música nueva, de los ganadores de premios de literatura actuales, de artículos que no salen en la prensa local, en fin, creo que es un apasionado, no sólo de la cultura sino de la información, del mundo. 
Al ser una fuente de información cultural actual,  mi padre hace las veces de mi "comisario" o "curador" musical, visual o de libros. Recuerdo que un día me mandó un vídeo (creo que por facebook), diciendo que había una chica que ganó un premio en un concurso de Jazz y era maravillosa, la escuché y, como me pasa con la mayoría de las cosas que él me recomienda, la amé, recuerdo que cantaba una versión preciosa de "Just the two of us", desde ese momento me convertí en una fan enamorada, no imaginaba que años después, la abrazaría en Barcelona.


El día del concierto 

Llegamos temprano, el parque estaba lleno, pero no había casi nadie frente al escenario, pude colocarme de primera (detrás de las sillas), estaba muy emocionada. Cyrille probaba sonido, bellísima, con un vestido estampado de flores, aunque era francesa se veía muy latina. Tenía el cabello con bucles tipo afro y su piel, sorprendentemente morena, no me la imaginaba así, era más bonita.  
Empezó a cantar a las 6 pm, el sol fue bajando, quedando una iluminación natural que tostaba el escenario, cuatro músicos increíbles la acompañaban. Ella, la primera vez que habló, dijo sólo un par de palabras, pero poco a poco fue  soltando su español marcadamente dominicano que, mezclado con su lengua francesa, la hacía ver adorable. 
Estuve tranquila al principio, pero a medida que lo disfrutaba más, más me crecía el nudo en el pecho,  a la tercera canción empecé a ver el escenario empañado, no podía dejar de pensar en lo que me faltaba, en la única persona que entendería lo feliz que estaba siendo, porque él también lo sería. Al cabo de unos minutos, no podía parar de llorar, por si fuera poco, la mujer empieza a cantar "Estrellitas y duendes" con su acento y todo, lloré, lloré porque me hubiese encantado compartirlo con él, porque con estas cosas, la felicidad siempre se le transforma a uno en nostalgia, en vista borrosa tratando de no llorar, en nudo en el pecho , en eso que se te queda atragantado porque no lo puedes compartir. 

"Hey deja de grabar y disfruta el concierto" me dicen, respiro hondo y, disimulando la voz entrecortada, sin voltear para que no se note que lloro, digo molesta "ESTOY GRABANDO PARA MI PAPÁ VALE". 
Envío uno, dos, tres, cuatro vídeos, no me importa gastarme los datos con tal de compartir en tiempo real esta experiencia, que tendría que ser nuestra. Dos check azules, no contesta, "estoy viendo a Cyrille, te extraño tanto papito..." le digo, esperando con el WhatsApp abierto, esperando esa inmediatez que sólo da la cercanía física y ahora, la tecnología, "yo también hija, luego los veo que no tengo wifi, estoy en la calle". 
Lloro, lloro más, lloro todo el concierto, porque qué lejos me siento, porque qué triste es que algo pueda llevarte a alguien marcando tan duramente su ausencia.  
Terminó el concierto, me quedo gritando sola "otra, otra" después de dos canciones extra, voy rápido al baño porque han dicho que Cyrille firmará su disco, le pido a mi mamá que vaya haciendo la cola para el autógrafo (fan enamorada total), llego y sólo estoy yo,  al parecer aún no es tan famosa, la veo de cerca, con su sonrisa de dientes separados y sus ojos azules, justo cuando me pregunta el nombre para firmar, no lo dudo ni un segundo: Marco.  
Le envío una foto mía con Cyrille, seguida de la del disco que lleva la dedicatoria para él,  "ahora sólo falta que nos veamos para entregartelo" le digo, "qué maravilla verlas juntas, me alegra por ti, estoy muy emocionado, luego te llamo para que me cuentes los detalles" me respondió. 
Entre el trabajo, las 6 horas de diferencia y el cansancio, aún no hemos coincidido para los detalles, pero esta es una forma (pública) de contárselo, desde el tren camino a casa, él sabe que está siempre, en cada cosa que me ha enseñado, un pedacito de él está en mí, disfrutando cada cosa que me recuerda a nosotros. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Llore contigo... se lo que se siente.. linda historia.. de personajes reales...con la fortuna de tenerse.. aunque distantes.Besos

nag dijo...

Gracias, la verdad es que contarlo sirve para hacer catarsis y quererse un poquito en la distancia...ya vendrán tiempos mejores. Besos!

simona chirinos dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=MfzjJEGd62o

nag dijo...

Esa es una de mis canciones favoritas!!!!!! 😍 😍 😍 😍

nag dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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