Entre tanta balada pop y tanta
música en inglés, las nuevas generaciones no están acostumbradas al delicioso
dramatismo de los clásicos del despecho latino/hispano. En el top 10 de las canciones
actuales, difícilmente pueden encontrarse letras que hablen clara y
genuinamente de un mal de amores, de un corazón hecho pedazos o del desgarro de
una separación. Hoy en día todo se queda en la epidermis, como si en nuestro
siglo fuera imposible llorar amargamente con un “soundtrack” profundo y dramático, que no estuviera lleno de cursilerías o lugares comunes.
Las adolescentes y las mujeres
adultas de los 80’ y 90’, ya se han acostumbrado a Adele, al reggaeton y las
baladas pop en español. Compramos canciones edulcoradas con voces armónicas y
perfectas, que sí, funcionan para ciertos momentos, pero ¿De verdad pueden compararse con un bolero o una ranchera de esas que te erizan la piel y te dan
ganas de llorar aún cuando estás felizmente casado?
No, estos estilos aunque se
asocien con una generación específica (con gente vieja), resulta que tienen una
magia irrepetible, que si logras conectar puede llevarte al desamor más dulce,
al despecho mejor vivido de tu vida. No hay nada que se compare con una noche de vinos
escuchando a La Lupe y cantando tipo Karaoke la tragedia del amor no
correspondido. Hasta ahora había que conformarse con eso, con las grandes
cantantes de antaño que dejaron la "playlist" completa para sobrevivir a un despecho,
pero esa situación ha cambiado este año.
El 3 de junio sacó su primer disco una
chica que, hasta hace poco hacía alguna que otra colaboración, pero no tenía estilo
ni canciones propias. ile es conocida por la mayoría, como la voz femenina de Residente Calle
13, pero ha decidido lanzar su carrera como solista, cantando nada más y nada
menos que boleros y canciones de desamor.
Ella es una puertorriqueña de 27 años, y lo de su
edad es un punto clave, porque tanto su voz como estilo llevan al que la
escucha a una época pasada, su familia dice que “es una viejita en el cuerpo de
una niña”, pero podría decirse que es sólo un instrumento que permite que en su
música reencarne el sonido clásico del despecho latinoamericano.
Los conciertos de ile son lo más
parecido a una reunión de amigos “intensos” que quieren corear y cantar con sentimiento. Ella está rodeada de una banda robusta: dos
guitarras, bajo, teclado, instrumentos de viento y una gran variedad de
percusión, pero al verla de pie en el centro del escenario, parece que
estuviera entre la gente, cercana, real y vulnerable.
Su show en la Sala Apolo de Barcelona, comenzó con su primer
sencillo “Caníbal” y a medida que fue pasando de canciones, se fue entregando al
sentimiento, más que un show, el concierto era una suerte de tributo al
despecho, ile se mostró como la imagen de esa mujer que con el pecho
abierto de par en par, trata de arrancarse de dentro el dolor y el
desamor, de la única forma que se puede sacar de raíz: cantando.
Entre poesía y tonos
desesperadamente melancólicos, ile experimentó de forma orgánica los niveles
del escenario, empezando erguida, pero terminando cada vez más cerca del suelo y
del público. A pesar de la autenticidad de su interpretación, ella aclaró que muchas de sus canciones no son autobiográficas, son
“joyas prestadas” de su familia y amigos. Una por una fue contando qué canción era de su abuela, de su hermana o de su amigo de toda
la vida.
El renacer del despecho
latinoamericano ha tenido su comienzo en "ilevitable", un disco que fácilmente
reúne destellos de La Lupe o de Chavela Vargas, pero con un tinte fresco de
juventud y siglo XXI, es la reivindicación de los jóvenes que son “viejitos por
dentro”, románticos enamorados de ese desamor placentero que necesita ser
cantado y padecido. Sin duda ile es una voz de pasado-presente, que con un
estilo muy propio, brinda una calidad musical impecable y un paliativo para los
corazones rotos contemporáneos.
Aquí os dejo su primer sencillo y
el vídeo promocional de su gira, para que la conozcáis mejor:
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